Un buen orador debe saber transmitir, convencer, seducir, rebatir e incluso apasionarse o imponerse a un auditorio sin salirse de su registro y sin perder uno solo de los armónicos del timbre de su voz, o sea, sin necesidad de gritar, chillar y sin forzar la voz, pero también debe controlar y canalizar su energía y sus emociones adecuándolo al discurso y al espacio. En este curso, además de una correcta respiración, una adecuada postura corporal, un grado óptimo de relajación y un dominio del gesto mímico, aprenderá las técnicas necesarias para impregnar su discurso de melodía, sentido, emoción, seguridad, encanto y seducción, con una voz tenue, armoniosa y coloquial, pero sin perder uno solo de esos elementos cuando sea necesario dotarla de una mayor intensidad o energía, es decir, cuando sea necesario subir el volumen de la voz, la intensidad emocional o la adaptación a los diferentes espacios escénicos. En definitiva, adquirirá unas nociones elementales, aunque suficientes, no solo sobre el dominio de su voz, su cuerpo y sus emociones, sino también sobre el “juego escénico” que solo un profesional de la interpretación podrá enseñarle.
Inscripción hasta el 1 de junio de 2012
Información sobre el curso: ver archivo adjunto o pulsar sobre la ilustración de la derecha.