La preocupación universal por la educación ha generado un sistema de excusas en el que todo el mundo echa las culpas al vecino. La familia a la escuela, la escuela a la familia, todos a la televisión, la televisión a los espectadores... y otra vez, vuelta a empezar.
En esta rueda sin fin de las excusas podemos estar girando continuamente. La única solución es no esperar a que otros resuelvan el problema si nos preguntarnos ¿qué puedo hacer yo para solucionarlo?¿en qué sentido podemos seguir? Aprovechar la preocupación, la generosidad, la energía y el talento de aquellas personas que están dispuestas a colaborar puede provocar un cambio cultural positivo y beneficioso, que es lo que se necesita para mejorar la educación.
El propósito de esta acción formativa es doble: por una parte dar a conocer experiencias de cómo se participa con el centro educativo y por otra concienciar a las familias que ellas también deben educar.